Saturday, March 25, 2006

Instantes

Miedo a la desnudez.

Cuando me rozas en suspiro,
cuando bajo la alfombra me atragantas,
y con tus manos me desapareces,
en mis pechos y en mi boca,
en mis ojos que te nombran incesante,
vulnerante...

Cuando en un segundo te me vuelves carne,
piel y lágrimas,
piel
y miedo a despertar.

Creando, recreando, desvelando.
Mirando,
he de tragarte entero,
he de envolverte con mi tal vez.
En instantes,
en tiempos que no son tiempo
sino breves resquicios de coincidencia,
de encuentro fugaz

"Asumo el riesgo, te miro y planeo,
si te faltan almohadas yo te presto mi pecho,
y si no te amoldas a sus recovecos
con la luz del día ya veremos lo que hacemos..."
(I. Serrano)

Monday, March 20, 2006

Cosas perdidas

Se me perdió el brillo, y no lo puedo encontrar.

Este fin de semana me la pase dando vueltas mi closet, mis textos para la U, las sábanas de mi cama, y no lo pude encontrar. Es definitivo, no sé dónde está.

Luego de una larga reflexión descubrí porqué no lo encuentro: porque no fui yo la que lo perdió, sino que alguien lo tomó cuando no me di cuenta, y se lo llevó lejos, y no sé dónde lo dejó. Eso es bueno, por lo menos ya sé dónde no debo buscar. El problema es que no tengo idea quién fue el que lo perdió (...sospechas, sí!).
Así que eso. Debo averiguar primero quién fue el gil al que se le ocurrió apoderarse de MI brillo, y perderlo.
¿A quién se lo presté? No me acuerdo, nunca recuerdo a quién le presto las cosas, por eso siempre confío en que vuelvan solas.
El problema es que necesito mi brillo para volver mañana a un Lunes universitario...

Si alguien sabe dónde puede estar, le ruego me lo informe lo antes posible.
Gracias.

"Mírame bien,
que el tiempo no devore nuestros rostros,
son tantas las luces que separan la partida del retorno.
Y se acumulan al pasar
los animales sin cesar,
los despertares que se alimentan de la soledad...
Ven a buscarme al límite de la distancia,
ven y encuéntrame entre tu propia mirada,
que yo tengo esa voz tuya a toda defensa,
luchando en mi trinchera para cuando vengas...
Ay mujer, ay mujer que te pierdes,
que te abrazo y que vuelves,
ay mujer,
que la espera no tarda en florecer,
que entre sombra y espacio
recupere tu brazos al volver..."
(O. Lazo)

"De tu boca tengo el sueño cada noche, cada luna solitaria,
de tu pecho el medio sol al horizonte, que se pierde, que se escapa,
sigo siendo para el fuego y el dolor, para el miedo y el olvido,
no me pidas que defina un corazón [desatándome] el vestido...
[...]
Mujer para afuera, mujer para adentro"
(A. Filio)

Wednesday, March 15, 2006

Nombres

Hoy día me fui a la U en micro. Pero no me fui sola, me fui con mi compañero de viaje, de nombre Li y apellido Bro; Li para los amigos.
Y mientras bajábamos por la Alameda, le pregunté si alguna vez su hermana, Tania Yánez se había interesado por algo, si había decidido por fin entrar a estudiar algo, o seguir algún curso, o leer algún libro. Y bueno, me respondió que Tania Y aún no salía de su soberbia egocéntrica de no estar ni ahí, con nada.

Y por el espejo retrovisor vi tu nombre dibujado, dibujando erres y tes, con una pe al principio y una ce por ahí, entremedio, como de tronco, como de callejón cubierto con cristalinas casacas de color café.
Como de pequeños pedazos de papel putrefactos por el polvo-para-paseos-provincianos.
Como de tantos trenes trayendo al mundo un tropel de tristezas terribles.
Como de rugosos robles rodeados por ramificaciones rústicas, recordándome que sigo viva cuando doy cuerda a mi canción.
Pes, tes, erres, ces. Tania Y, Li Bro.
Y tantos nombres!
Y tanta cosa que inventan por estos tiempos, que no me alcanza el tiempo para entender y recordar!

"Y mientras la ciudad se sigue desarmando a nuestro alrededor
y te arrojas en brazos de mi voz,
siguen pasando horas como trenes, en esta soledad que te promete
rescatarte con armas de canción...
Y ella da cuerda a su reloj,
mientras él se enamora..."
(Oscar Lazo)

Wednesday, March 08, 2006

La torpe historia del poeta

Había una vez, una curiosa aldea donde habitaban el Verso y la Poesía.
En uno de los atardeceres más hermosos de todos los tiempos, donde los rayos de sol se colaban con preciosa imperfección entre las nubes de cera que dormían sobre el mar, el Verso se encontró con la Poesía, con sus ojos de frente, brillantes y efímeros; y se enamoró.
Y así, todas las mañanas, al cantar el gallo, Verso recitaba fábulas entrecortadas y torpes intentando seducir a la musa de sus sueños, mas su murmullo apenas alcanzaba los oídos de Poesía, que siempre escuchaban una suave melodía eterna...

"- Esclavo de tus ojos, soy, y de tus manos, y de tu cuerpo... Esclavo de tu vientre cuando dices no, esclavo de un futuro que no has de compartir"

Y así, todas las tardes al ponerse el sol, Verso volvía sus ojos a la luna y le pedía con replicas y frases entrecortadas que le entregara a su mujer, aquella que en una suave tarde había descubierto entre los rayos del silencio y la eternidad de sus ojos.

"_Oh, Luna, precioso astro celestial, tráeme a esta mujer que he de concebir como el único alivio que tengo para el deseo de mi cuerpo, invéntala y renómbrala para mis ojos y mis manos, para mi boca que no se acostumbra al sinsabor de su ausencia..."

Sin embargo, a pesar de la constancia de Verso, que se empeñaba en mantener sus ilusiones y en intentar conquistar a su musa celestial, una noche todos los sueños lo arrojaron aún más lejos del amor eterno. Ya se hacía tarde, y al otro lado del cerro Poesía se recostaba en su lecho para dormir, cuando de pronto por entre la cortina de la alcoba, se coló un viento tibio que llevó a sus oídos una canción diferente. Poesía, sobresaltada, abrió sus ojos de par en par y a un lado de su rostro vio una sombra que, de rodillas, la observaba perplejo. Y mientras ella se abrumaba de sorpresa y confusión, el joven sopló en su cuello un silencio conmovedor, y mientras la mujer se reincorporaba de la sorpresa, el misterioso muchacho comenzó a arrancarle las ropas de dormir, repasando con su boca cada rincón de un cuerpo trémulo y virginal.
Hicieron el amor una madrugada de verano, Poesía y el joven muchacho llamado Amor. Con violencia, con desgarro aprendieron de memoria cada pedazo de piel que los cubría, y que más que un gozo, era un límite para compenetrar en un beso aquellas dos almas desgarradas de pasión.
Y mientras tanto, al otro lado del cerro Verso seguía llorándole a la luna que le trajera su amor que ya no podía olvidar...
Cuando se hizo el día, luego de una noche y una madrugada empapada de arrebato y sublime descontrol, de roces evasivos y encuentros candescentes, Poesía cerró sus ojos sonrientes y besó a su amante anochecido. Sin embargo, en ese momento una brisa helada entró por la ventana, y a pesar de los gritos de desgarro y perdición que la joven mujer arrojó por entre los dientes, la sombra misteriosa de aquel amor desapareció con el viento y dejó en ella sólo el tenue recuerdo de una noche compartida.
Ultrajada y enamorada, Poesía cerró sus ojos lloró siete días seguidos. Entonces no hubo lágrima derramada que no fuera recogida por el viento para arrojarse en el mar, ni hubo grito ni queja que desembocara lejos de un pedazo de sol de amanecer, nombrando a su amante, al Amor que como un sueño se había esfumado por la puerta del olvido.

Pronto pasaron los días, las semanas, y las lágrimas acumuladas fueron agotándose, y los recuerdos de otra piel desapareciendo como agujetas de hilo.
Cuando ya el olvido fue mayor que el recuerdo de su Amor, cuando ya los gritos se desvanecieron en ausencia, y los ojos se cansaron de buscar en el límite de lo posible, cuando ya no quedaba más que la incrédula sensación de que aquel encuentro no había sido sólo un sueño, cuando ya Poesía se disponía a emprender un nuevo viaje de búsqueda personal para conocer otras fronteras y otras formas de experiencia eterna, se miró al espejo y se dio cuenta de que ya era demasiado tarde, pues a pesar de que todo de Él había desaparecido en su pensamiento, su cuerpo almacenaba un residuo eterno que latía rítmicamente bajo su estómago.
No sabiendo qué hacer ni qué decir, no sabiendo cómo enfrentar los sinsabores de una vida entera en soledad, se dirigió a Verso, al otro lado del cerro de la aldea, para pedirle con indiferencia que la perdonara, porque ella lo necesitaba. Pero a Verso le bastó con sólo verla otra vez, para volver a sentir todo el amor y deseo que sentía por la mujer; y aunque de inmediato supo que en su vientre habitaba un pasado traicionero, la tomó en sus brazos y le besó la frente con los ojos empapados de plenitud.
Y así, finalmente, Verso y Poesía se casaron y ocho meses después, fruto de los besos tiernos y efímeros entre los esposos, fruto del perdón, del olvido, y del recuerdo eterno de un amor sublime, nació un pequeñito cuyo nombre fue Poeta. A su nacimiento, vino la partida de su madre, quién como si su sacrificio terminara al dar a luz a un hijo cuyo nombre fuera de suyo, partió para siempre en busca de Amor, su verdadero y único amante a quién en una madrugada entregó su cuerpo y su alma para siempre.

Poeta es el hijo de la madre Poesía y del padre Amor,
pero criado por el verso que tomó la mano de Poesía
sólo para poder jactarse un poco más de tenerla cerca,
de acariciar el ínfimo espacio de cuerpo que quedaba para él.
Poeta es el hijo sin madre ni padre,
pues nunca conoció a la poesía ni al amor en realidad,
sino que sólo sabe que su cuerpo insensato almacena un residuo de raíces desconocidas.
Poeta fue criado por Verso,
que le enseñó a escribir palabras,
frases al viento,
cantos a la luna y quejidos al anochecer de la soledad;
y así, canta cada mañana y cada tarde a la luna y al sol
las palabras de un tonto que sigue soñando
con algún día conocer lo que cree acariciar de lejos,
cuando a un puñado de letras desordenadas les llama "poemas"...

Monday, March 06, 2006

Poesía, poesía, poesía... dónde estás?

La poesía, la poesía, la poesía...
Será algún día la poesía posible?

Es necesario entender la poesía como lo inabarcable, lo escurridizo y travieso. La poesía como la no-palabra, el vacío, todo lo que aún falta por decir.

La poesía como el niño marioneta que se para en los semáforos para pedir una moneda.
La poesía como el espacio entre mis ojos que no puede ser nombrado.
La poesía como lo que soñé cuando dormí y aún no puedo recordar.
La poesía como el desdén de tu mirada cuando dices que no me amas.
La poesía como tu boca anochecida que desarmo con un beso.

La poesía como todo lo que no se dice, porque no puede ser dicho, porque es innombrable, ya sea por su perfección, o por su aparente inexistencia.

La poesía como todo lo que se lee entre las palabras escritas. Y por eso mismo, la poesía como la no-palabra, como el espacio en blanco, omitido pero necesario, insensato pero preciso... Inascible, porque está fuera del control de quien escribe...

Escribimos palabras, no poesía. El gran poeta lo supo desde antes, y por eso nunca escribió.

Insisto. Debemos aprender a leer...

Sunday, March 05, 2006

Un nuevo marzo

¿Porqué el día antes de entrar a la U uno se pone a pensar en todas las cosas que tenía que hacer y que no hizo en las vacaciones? Como por ejemplo, ir al dentista, ir a buscar los exámenes olvidados, leer los chorrocientos libros que arrendó en la biblioteca, ir a ver muchas veces a la abuela, conversar largas horas con los amigos...
En vacaciones uno siempre quiere hacer lo que no se puede hacer durante el año académico porque el tiempo es corto, y definitivamente, hay muuuuucho que leer. Sin embargo, las vacaciones a su vez también se hacen cortas, porque hay muuuucho que hacer, y así nos pasamos la vida pronosticando mañanas llenos de actividades que finalmente no caben en la absurda cronología.

Mañana es un nuevo marzo, y hoy, aún en vacaciones, no puedo dormir. ¿Será que me quedan muchas cosas por hacer, y pocas horas de ocio? Paradójico, por decir lo menos. Y es que, espíritus como el mío no dejan de exigirse ni siquiera en vacaciones. Bueno en realidad, el secreto está en que sí dejo de exigirme en vacaciones, el problema es el último día cuando me reprocho todo lo que quería hacer y no hice.
Es triste, debe ser parecida a la sensación que tienen los muertos que se quedan en el mundo penando porque les quedaron asuntos no resueltos en vida.
Tragi-cómico.

En todo caso la situación no es tan dramática, cuando miro atrás y pienso: "Claro, puede que no haya leído todos los libros que quería leer, puede que no haya ido al dentista como prometí en medio del estrés semestral del año pasado, pero sí disfrute plenamente del ocio, de las tardes de sol y mente en blanco, y del sur..."
Puedo decir tranquilamente que disfruté el ahora-sin-expectativas. Y claro, puede ser que no me sienta preparada aún para entrar a clases, porque aún siento que no he cambiado el mundo, pero sí reí, leí, comí, dormí (cuatro verbos que escogí sólo por que se conjugan igual, porque también quise escribir: descansé, viajé, toqué guitarra, conversé, pero esos vendrían siendo para otra frase)...

En fin. Me siento un poco ridícula, un poco infantil en este desvelo pre-universitario, pero no hay nada que hacerle, se me ocurren las ideas más absurdas cuando no duermo (o sea, siempre que estoy despierta!). Esta noche, quise escribir.

Quise escribir que no quiero entrar a clases, porque las vacaciones no me alcanzaron para recorrer el mundo liviana de equipaje, y escribir un libro sobre eso.
¡Pero qué más da! La Universidad me espera llena de sorpresas, de cosas interesantes escondidas en las aulas, de frases incomprensibles que tendré que descifrar de la mano de algún clásico libro de psicología. (¿Sabían que ir a la Universidad es como jugar a la Búsqueda del Tesoro? La diferencia, es que tal tesoro no existe, y la frustración de no encontrarlo alcanza para que nos empeñemos en buscarlo incluso -los más apasionados- toda la vida...) En cualquier caso, no sé a estas alturas si es más seductora mi idea de viajar por el mundo, cual caminante sin camino, o un escritorio repleto de fotocopias que sacien mi sed de conocimiento. Ambos futuros me seducen: es sólo que no tengo opción, mañana es un nuevo marzo, y con él las infinitudes de mundos por descubrir y por inventar, en alguna casa, de madrugada, estudiando quizás psicoanálisis e inventando teorías paralelas que nos mantengan a todos despiertos hasta las seis de la mañana para luego rendir el famoso examen y salir a festejar...
Ya quiero abarcarlo todo, ya quiero hacer mío ese conocimiento, ese conocimiento que nunca se alcanza porque es eterno (ese tesoro). Ya quiero aprender de todo mucho, y pasar horas intentando descifrar códigos terapéuticos...

Supongo que hablo sólo del placer que significa estar estudiando lo que a uno le gusta. Y del placer que significa en sí estudiar...

Me voy a dormir. Buenas noches.