¿Qué hay dentro de esas pupilas asustadas?
Queda lejos aquel mayo de cumpleaños, en que yo aún era una niña con derecho a tener miedo.
Hoy no debo. Hoy enfrentarse con la vida y el futuro es pan de cada día. Hoy enfrentarse con el pasado y la soledad es el karma que persigue las ideas renovadas.
Y sí. Además hay que vivir.
Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
cuando los niños solían jugar en la plaza,
en lugar de estar horas frente a un computador pretendiendo que eso es lo que llaman vida
La vida es
el espacio exacto entre el manicomio y el infierno
la sobrecarga de emociones en un día lluvioso de verano
donde llueven patos asados y calores meditabundos
Hoy en la tarde los niños jugaban en la plaza y caían en sus cabezas la emoción de las vacaciones, del computador y el dvd. Hoy en la tarde mi Santiago respiraba sudoración pegada, resignación y pusilanimidad.
Hoy en la tarde la siesta más que un regalo precioso de las vacaciones, era un hecho inapelable, y la perfecta ensoñación el recurso más básico para evadir los pensamientos que confluyen en la cabeza y confunden al transeúnte.
Vuelvo a mi existencialismo barato de los quince años. ¡¿Y qué?! Hay veces en que es mejor no callar.
Anda, papá, cuéntame otra vez cómo corría yo por los pasillos de la casa, alardeando felicidad.
Cómo llamaba a mi mamá, escondida tras la puerta, "esconía", para que ella tuviera que buscarme.
Anda, papá: traéme de vuelta esos momentos preciosos.
Santiago no es gris. Santiago es brillante y caluroso. Y son muchos los pensamientos.
Es excesivo el pasado que me nubla. El miedo. La inagotada desilusión.
¿Qué quieres que te diga?
Sí, lo sé. Además hay que vivir.
Anda, papá: tráeme de vuelta, una vez más.
Un año nuevo está por comenzar... ¿Qué estamos esperando? El conteo es inminente. Los deseos de las 12, con los ojos cerrados y la mandibula apretada (para ponerles energía) también. La uva, las maletas, y los porotos. Y todos sabemos que el 31 es la fecha en que uno se cuestiona tantas cosas, uno se pregunta qué fue de este año que pasó: balances y demases. Y todos sabemos que el 1 es el comenzar, y surgen las ganas de hacer todo lo que en el año que pasó no hicimos.
Déjenme decirles, que se trata de una cosa psicológica. En nuestras humildes cabecitas hay un mundo infinitamente misterioso, pero aunque no queramos aceptarlo, hay coincidencias también. Y la celebración del año nuevo es un revisar, es un olvidar y un recomenzar.
No siempre es fácil.
Claro, con piscolas y discoteque y bailes frenéticos es más simple. Pero habemos quienes preferimos enfrentarnos con nosotros mismos, así de golpe, acompañados de una buena trova, una terrible reflexión, una mirada silenciada y un pensamiento que se queda estático, que no se va.
El tiempo es una construcción, un ordenamiento de instantes en una línea contínua.
Entonces el 31 es preguntarse. El 1º es intentar olvidar.
¿Recordemos? ¿Olvidemos?
"Los recuerdos harán que te olvide
los recuerdos harán que te olvide
los recuerdos harán que te olvide
Que no se te olvide acordarte que me tienes que olvidar"
(Los Tres)
"De un tiempo perdido a esta parte,
esta noche ha venido un recuerdo encontrado para quedarse conmigo,
de un tiempo lejano a esta parte
ha venido esta noche otro recuerdo prohibido, olvidado en el olvido [...]
De un tiempo lejano a esta parte ha venido perdido
sin tocarme la puerta, recuerdo entrometido [...]
Para qué contar el tiempo que nos queda, para qué contar el tiempo que se ha ido,
si vivir es un regalo y un presente
mitad despierto, mitad dormido,
mitad abierto, mitad dormido..."
(Los Rodríguez)
Y sí. Además hay que vivir.
Tuesday, December 27, 2005
Saturday, December 24, 2005
Feliz Navidad, Feliz Navidad, Feliz Navidad, próspero año y felicidad!
Voy a dármelas de trilladora un rato (eso significa que voy a repetir lo que todo el mundo siempre dice, y que en el fondo es súper cursi porque la mayoría sólo lo dice de la boca para afuera...)
Estas fechas nos pillan a muchos entre la batahola de comprar regalos, escribir tarjetas, hacer cosas a la rápida, correr por Santiago, que pocas veces en el año está tan colapsado. Todos colapsan. Está de moda chocar. Se considera normal echar focas en el auto, andar con una cara de tres metros recorriendo multitiendas, donde los trabajadores están chatos y atienden pésimo, y uno pide las cosas de mala gana.
Además son fechas sensibles, para muchos. Algunos nos tenemos que dividir entre dos casas, otros intenta jugar el juego de los cinismos terribles, de poner cara de póker con las personas de la familia que odian... Protocolo, estrés, colapso. Lo que sea, no sé qué es peor, si quejarse de lo que a uno le tocó vivir, que milagrosamente resurge en cada navidad, o vivir un 24 como un día cualquiera e intentar no afectarse por las cosas que -todos sabemos- nos ponen especialmente sensibles.
Sólo pido que recordemos que en cada lugar del mundo hay una historia más terrible, y no por ello menos perfecta. En cada rincón de Chile hay personas que en su tímido corazoncito tienen algo terrible que contar -que estas fechas les recuerdan al familiar fallecido, que no están cerca de sus seres queridos, o incluso, que no hay plata para celebrar como Dios manda-. Yo creo que antes que todo Dios nos manda a que seamos felices desde la sencillez del cariño, Dios nos manda a sonreír, pero de veritas, con el corazón en la mano.
Dios nos manda a sonrojarnos,
a emocionarnos,
a llorar si es necesario,
pero con la tranquilidad interna de que todo es perfectamente hermoso,
de que incluso aquel ser querido que extrañamos permite el ingrediente perfecto para sonreír entre las lágrimas, mirarse a los ojos, y decir "Feliz Navidad".
Porque todos tenemos algo que agradecer,
porque todos tenemos un regalo que estuvo incluso antes de que vinieramos al mundo,
porque nosotros mismos somos un regalo
para quien nos acompaña,
para quien nos extraña,
para el que ya no está...
Porque la Navidad es esperanza, es Viejito Pascuero, son lágrimas de adultez, de sincero agradecimiento, porque uno agradece incluso aquello que falta.
Anoche el Viejito Pascuero me vino a visitar y me dijo un secreto: me dijo que a veces pecábamos de malagradecidos, que en estas fechas muchas veces nos perdemos en la máxima idealización de la navidad y de que todo tiene que ser perfecto y cuando nos damos cuenta de que no lo es, nos sentimos vacíos, frustrados, y nos da pena.
Como niños, alegamos porque no nos dieron el regalo que pedimos.
Pero resulta, me contó el Viejito, que es en ese mismo momento en que aparece a hurtadillas en la casa, y deja una semillita de perfecta simplicidad, de amor y verdad.
Pero estamos tan ocupados preocupándonos de tantas cosas, de objetos sin sustento, de caras y sonrisas que nos parecen a veces absurdas, que nunca hemos sido capaces de verlo.
Así que, como me encomendó el Viejito, les propongo que hagamos un trato: compartamos este 24 con nuestros seres queridos, sonríamos con sinceridad, abracémonos, lloremos si hay que hacerlo, hablemos lo justo y necesario, y dejemos que los silencios subsistan por sí solos.
Y estemos atentos... Les apuesto cualquier cosa a que vemos al Viejito! Así al fin lo podremos acorralar, y ya no habrá más misterioso Viejito, hasta ahora tan misterioso que hemos dejado de creer en él.
No creer en el Viejito es a veces el camino más fácil. Pero si estamos atentos al instante presente, a lo mejor podamos ver un poco más...
Bueno, propongo además, que antes de la 12 de la noche, hagamos todos un salu!, por todo el tiempo que hemos malgastando siendo demasiado humanos, demasiado adultos...
A veces es mejor ser simplemente humanos. El adjetivo demasiado no acompaña la Navidad.
La Navidad es sencillez. Es perfecta realidad. Es imperfección misma. Es humanidad. Y por eso mismo, la Navidad es esperanza...
Por lo menos, eso fue lo que me dijo el eternamente misterioso Viejito
Muy feliz Navidad a todos!!
Y recuerden que un abrazo vale más que todas estas palabras malgastadas aquí...
Sunday, December 18, 2005
Divagación - o cursi palabrería sin un tema contingente...
Y qué hay cuando sólo dices "hola",
qué hay cuando sólo al callar te encuentras con mi voz,
qué hay cuando la bifurcación de tu boca se traspasa en la pared...
En el espacio exacto en que no sabemos dónde estamos,
ahí entre la pestaña del ojo izquierdo y la punta de la lengua,
aquí entre mis dedos y el teclado,
aquí entre el recuerdo,
entre la almohada y una canción.
"Sólo sé qué quién soñó la fantasía, se quedó con sus momentos olvidados
y en lugar de un gran dolor se enfrentó con la incerteza del pasado..."
(Manuel Huerta)
De pronto no sabemos ni de dónde venimos, ni a dónde vamos. Certeramente no lo sabemos. De pronto, como por iluminación, nos quedamos quietos y comprendemos que no somos sino pedazos de papel arrojados (lo que quedó del proyecto de dramaturgia en manos de un loco escritor barroco).
¿Seres humanos o lobos de la estepa? ¿Vacío o existencia? ¿Presente inabordable, o un pasado que sobrevive? ¿Palabra o no-palabra?
No quiero volver a extrañar nunca más. No quiero volver a pronunciar nombres con la boca cerrada.
No quiero no tener tiempo para recordar lo in-recordable. No quiero malgastarme haciendo cosas útiles. Sólo quiero perder mi tiempo, olímpicamente, sentada en una butaca de cine observando como se suceden las escenas de mi vida que he inventado para mí. No quiero que mi vida se vuelva un mismo día elevado al infinito hasta el día de mi jubilación. No quiero dejar de fumar, porque los pulmones, y el humo, y todos que alegan y el cigarro hace mal. No quiero saber nada de mi vida. No quiero saber cuando despierte dónde voy a dormir en la noche. No quiero dejar de soñar. No quiero saber dónde comienza la fantasía y dónde acaba la realidad.
(La fantasía sólo nos lleva a morir en recuerdos olvidados, a perdernos en lágrimas ahogadas, en noches de primavera en que no queremos estar solos, no porque nos moleste la soledad, sino porque esa soledad es ausencia, ausencia de Ese Otro a quién extrañamos.)
No quiero volver a escribir sólo para nombrar lo que aún no acabo de comprender.
Pedir a gritos una respuesta:
- ¿Pasado: por favor, me podrías explicar qué pasó? ¿Cuando fue que se murió el ensueño y se instaló el miedo en su lugar?
" Desde el sitio en donde siempre estoy pensando en ti, una eterna obstinación,
y anotando lo que siento que nos pasa aquí, aunque no sea lo mejor,
cómo te extraño y cómo tengo miedo de perder mis pasos, de extraviar en algún lado mis promesas y mis sueños..."
(F. Delgadillo)
Como te extraño: Pasado, Ingenuidad.
(Shalaiiiiiiiiiiii jaja)
qué hay cuando sólo al callar te encuentras con mi voz,
qué hay cuando la bifurcación de tu boca se traspasa en la pared...
En el espacio exacto en que no sabemos dónde estamos,
ahí entre la pestaña del ojo izquierdo y la punta de la lengua,
aquí entre mis dedos y el teclado,
aquí entre el recuerdo,
entre la almohada y una canción.
"Sólo sé qué quién soñó la fantasía, se quedó con sus momentos olvidados
y en lugar de un gran dolor se enfrentó con la incerteza del pasado..."
(Manuel Huerta)
De pronto no sabemos ni de dónde venimos, ni a dónde vamos. Certeramente no lo sabemos. De pronto, como por iluminación, nos quedamos quietos y comprendemos que no somos sino pedazos de papel arrojados (lo que quedó del proyecto de dramaturgia en manos de un loco escritor barroco).
¿Seres humanos o lobos de la estepa? ¿Vacío o existencia? ¿Presente inabordable, o un pasado que sobrevive? ¿Palabra o no-palabra?
No quiero volver a extrañar nunca más. No quiero volver a pronunciar nombres con la boca cerrada.
No quiero no tener tiempo para recordar lo in-recordable. No quiero malgastarme haciendo cosas útiles. Sólo quiero perder mi tiempo, olímpicamente, sentada en una butaca de cine observando como se suceden las escenas de mi vida que he inventado para mí. No quiero que mi vida se vuelva un mismo día elevado al infinito hasta el día de mi jubilación. No quiero dejar de fumar, porque los pulmones, y el humo, y todos que alegan y el cigarro hace mal. No quiero saber nada de mi vida. No quiero saber cuando despierte dónde voy a dormir en la noche. No quiero dejar de soñar. No quiero saber dónde comienza la fantasía y dónde acaba la realidad.
(La fantasía sólo nos lleva a morir en recuerdos olvidados, a perdernos en lágrimas ahogadas, en noches de primavera en que no queremos estar solos, no porque nos moleste la soledad, sino porque esa soledad es ausencia, ausencia de Ese Otro a quién extrañamos.)
No quiero volver a escribir sólo para nombrar lo que aún no acabo de comprender.
Pedir a gritos una respuesta:
- ¿Pasado: por favor, me podrías explicar qué pasó? ¿Cuando fue que se murió el ensueño y se instaló el miedo en su lugar?
" Desde el sitio en donde siempre estoy pensando en ti, una eterna obstinación,
y anotando lo que siento que nos pasa aquí, aunque no sea lo mejor,
cómo te extraño y cómo tengo miedo de perder mis pasos, de extraviar en algún lado mis promesas y mis sueños..."
(F. Delgadillo)
Como te extraño: Pasado, Ingenuidad.
(Shalaiiiiiiiiiiii jaja)
Thursday, December 08, 2005
Sobre las noches que suceden una vez, cuando buscamos en lo desconocido
Hay que haber ido a algún concierto como al que fui yo el otro día para entender el porqué de estas líneas.
Y es que el tumulto genera en los seres humanos comportamientos animalezcos, todos se empujan "a la derecha, la izquierda, adelante, atrás", y parecíamos más bien bailando al son de un reggaeton de cuarta antes que en un concierto de rock progresivo.
¿Unas cinco mil, diez mil personas? La verdad no sé cuántas eran, soy mala calculando multitudes. Sea como sea, pasó lo que tenía que pasar. Porque a la Sincronicidad le importan poco las multitudes, y todo eso de la reducción de probabilidad y racionalidades cartesianistas.
Porque a pesar de todo, de la improbabilidad y demases...
Un buscarse, un esperarse,
y un encuentro fortuito en medio de la masa de gentío fanático y movimientos de cabeza.
Las señales del no sé qué (sincronicidad? destino? más allá?),
los momentos que se encuentran a la vuelta de la esquina
y parecen haber estado ahí esperando que uno los fuera a buscar.
Abrazos significativos,
después de todo el tiempo,
una mirada de complicidad...
Encuentros, desencuentros,
aquellos que nunca fueron,
aquellos que dejaron de ser porque así lo decidimos,
porque a pesar del destino somos nosotros quienes finalmente tomamos las decisiones...
Y el ¿dónde estará?
Y la canción nunca olvidada,
y la catarsis del buen rock, aquel que hay que saber escuchar...
La pantalla plana, James Labrie, John Petrucci, y yo entre la gente buscando ese pasado que no se olvida,
buscando a aquel que nunca fue totalmente arrojado a la fatalidad de la memoria desdichada.
Y bueno... ¿qué se hace con tanta sincronicidad?
Concierto. Des-concierto. Confusión.
Recuerdos. Un pasado que se vierte en el instante presente.
Scenes From a Memory
Images and Words
Una historia infantil que aún no acaba. Lo que sea.
Total, el machucón no me lo quita nadie (¿lo saltado, lo bailado, lo mojado, lo empujado, lo cantado, lo gritado?)
Bueno, las palabras que pueda decir sobran en realidad...
Sunday, December 04, 2005
Sueño de una noche de verano...
Los resquicios de quinceañera afloran en una noche como la del Sábado, en que los encantos de un trovador en el escenario cantándole a la vida envuelven toda la atmósfera de velas y risas y ojos brillantes... Sí, tengo que admitirlo, parecía una niñita cualquiera anoche escuchando a Alexis Venegas cantar en La Rosa las canciones que usualmente acompañan mi micro...
Es que ya me aburrí de los desencantamientos explosivos, de los amores pasados que lo único que saben hacer es daño, crear miedos exacerbados y sentimientos de duda e inseguridad. Anoche fue la explosión de la fantasía, del nerviosismo de "lo saludo o no lo saludo", y me avergüenza un poco decirlo, pero es así... Aunque creo que, como me dijo la Chika ayer, está bien, está bien volver a ser una adolescente cualquiera, vulnerable y trémula, detenida un instante delante del destino y la música empalagosa que nos devuelve la fortuna de la fantasía y la sonrisa nerviosa.
Una gaseosa, un ataque de risa, la pizza, un baño público. Alexis y demases. Un sueño que nunca fue sueño sino sólo "el sueño de una noche de verano"...
Y es que cierto día, cierta noche, todo se desvanece en nebulosa, todo se confunde a la luz de las velas, y nos volvemos a encontrar con el absurdo de no saber quienes somos, ni porqué estamos donde estamos, porque todo parece tan accidental, y todo se reduce al sincrónico mundo de la mente volátil y pasajera...
Soy pasajera de este mundo, y vivo en él como quien vive en un instante sólo porque un algo desconcido lo llevó hasta ahí, hasta el lugar preciso, hasta el momento indicado.
Y es que después de tanto tiempo de desgastarme en sueños resquebrajados, y sonrisas acumuladas, hoy decido jugar, jugar a que juego, jugar a que no soy nadie, jugar a ser una niña que juega con los pliegues del destino a inventar historietas divertidas para contar en unos meses más, cuando todo esté nuevamente establecido, cuando los días nublados no sean excepcionales sino el estado constante del transeúnte que camina a la Universidad...
Lo quiera o no, Alexis Venegas, Magdalena Matthei, y la canción guitarreada, me trajeron de vuelta a la insensatez de ser consciente de que juego a explorar el instante, a desvivirme en el tiempo presente, a jugar juegos enmarañados de sin razón...
¿Serán las vacaciones? ¿O mi espíritu de viajera andante que viaja en el espacio de una noche, en el tiempo de un segundo?
Sólo sé que es cómodo, y divertido, y quizás es el camino más fácil... Pero bueno, después de llevar años tomando siempre el camino más difícil (mis amigos lo saben), es bueno que las cosas empiecen a ser sólo lo que son, que los caminos recorridos se agoten a sí mismos, y que las noches de música y emoción a la luz de las velas adquieran ese carácter de permanenecia... Porque se quedan escritas en algún lugar del recuerdo, porque no desaparecen, y porque en ellas me vuelvo a reconocer...
Es que ya me aburrí de los desencantamientos explosivos, de los amores pasados que lo único que saben hacer es daño, crear miedos exacerbados y sentimientos de duda e inseguridad. Anoche fue la explosión de la fantasía, del nerviosismo de "lo saludo o no lo saludo", y me avergüenza un poco decirlo, pero es así... Aunque creo que, como me dijo la Chika ayer, está bien, está bien volver a ser una adolescente cualquiera, vulnerable y trémula, detenida un instante delante del destino y la música empalagosa que nos devuelve la fortuna de la fantasía y la sonrisa nerviosa.
Una gaseosa, un ataque de risa, la pizza, un baño público. Alexis y demases. Un sueño que nunca fue sueño sino sólo "el sueño de una noche de verano"...
Y es que cierto día, cierta noche, todo se desvanece en nebulosa, todo se confunde a la luz de las velas, y nos volvemos a encontrar con el absurdo de no saber quienes somos, ni porqué estamos donde estamos, porque todo parece tan accidental, y todo se reduce al sincrónico mundo de la mente volátil y pasajera...
Soy pasajera de este mundo, y vivo en él como quien vive en un instante sólo porque un algo desconcido lo llevó hasta ahí, hasta el lugar preciso, hasta el momento indicado.
Y es que después de tanto tiempo de desgastarme en sueños resquebrajados, y sonrisas acumuladas, hoy decido jugar, jugar a que juego, jugar a que no soy nadie, jugar a ser una niña que juega con los pliegues del destino a inventar historietas divertidas para contar en unos meses más, cuando todo esté nuevamente establecido, cuando los días nublados no sean excepcionales sino el estado constante del transeúnte que camina a la Universidad...
Lo quiera o no, Alexis Venegas, Magdalena Matthei, y la canción guitarreada, me trajeron de vuelta a la insensatez de ser consciente de que juego a explorar el instante, a desvivirme en el tiempo presente, a jugar juegos enmarañados de sin razón...
¿Serán las vacaciones? ¿O mi espíritu de viajera andante que viaja en el espacio de una noche, en el tiempo de un segundo?
Sólo sé que es cómodo, y divertido, y quizás es el camino más fácil... Pero bueno, después de llevar años tomando siempre el camino más difícil (mis amigos lo saben), es bueno que las cosas empiecen a ser sólo lo que son, que los caminos recorridos se agoten a sí mismos, y que las noches de música y emoción a la luz de las velas adquieran ese carácter de permanenecia... Porque se quedan escritas en algún lugar del recuerdo, porque no desaparecen, y porque en ellas me vuelvo a reconocer...
Thursday, December 01, 2005
Absurdos de la vida común (o la vida del estudiante, Parte I)
¿Alguna vez se han preguntado lo absurdo que puede llegar a ser el pretender comunicarse por medio de una pantalla que comparte las letras que dos personas deciden escribir en el autorreferente teclado de su computador?
¿O lo divertido que puede ser que a los 20 años pretendamos tener nuestra vida entera bajo control, y más cosas sabidas que por saber?
¿Alguna vez se han sorprendido riendo solos frente al espejo, cuando descubren en él un rostro pueril con claros indicios del estrés capitalino (ojeras, ojos rojos, rostro malhumorado, sonrisa gastada)?
¿Alguna vez han tenido la ingenua ilusión de vivir como adolescentes sin cuestionarse nada de lo que el mundo adulto exige a los 40?
¿O han pretendido que la vida se esfume en un segundo y veinte años, cada vez que osamos tomar una decisión importante en nuestras vidas, como por ejemplo, tomar el metro o la micro en la mañana?
Hay que aceptarlo, somos la generación perdida. La generación perdida en quehaceres y obligaciones autoimpuestas más temprano que tarde. La generación que se olvida muchas veces de ser joven cuando considera que tener veinte significa deber ser joven, e introduce casi inexorablemente el verbo adulto del deber en algo tan absurdo como la inmadurez.
Somos aquellos que se mienten a sí mismos cuando con pretextos como el estrés universitario, o los exámenes finales, nos olvidamos de que sólo se vive en la medida del presente.
Vivimos creyendo que forjamos un futuro determinante y consiliador cuando cada mañana optamos por las cosas más simples. Caminamos a la Universidad pretendiendo que cada paso marque un camino hacia aquello que ni bien sabemos lo que es, pero sin embargo pretendemos enseñar a los demás. Nos ensalzamos en conversaciones que pretenden ser importantes y plenas de significados, y en el fondo lo único que hacemos es estar horas frente a la pantalla del computador buscando implícitamente un sentido a toda la urgencia de nuestros actos y compromisos.
Pretendemos decir te quiero con caritas sonrientes en el MSN
Añoramos el desarrollo intelectual, y nos pasamos horas aprendiendo de memoria palabras, teorías y autores, que apenas acabamos de comprender
En el fondo sólo queremos vivir estos 20 años escurridizos, pero nos enfrentamos al mundo tapados totalmente con armaduras que sólo reflejan nuestro gran temor a ver que se agotan los instantes en sinsentidos banales y conversaciones de pasillo
Con esto no quiero decir que estemos todos fuera de foco, aunque el foco esté a veces puesto en otra parte. Con todo esto no quiero decir que debemos olvidarnos de las cosas que debemos hacer en el cotidiano, porque son ellas las que nos dan el respiro de tranquilidad y la ilusión de consistencia. Sólo pretendo demostrar que muchas veces nos agotamos en quehaceres vanos y nos olvidamos de que en el fondo sólo somos adolescentes confundidos que anhelan vivir, más allá de toda regla autoimpuesta, más allá de aquellas normas psico-sociales que nos obligan a temer el mañana gastado de una década que se acaba...
Sí, sí, la crisis de los veinte años hace su nueva aparcición (crisis versión 2.0). Y es que a veces sólo pido un poco de tiempo, un respiro para poder sentarme a mirar durante horas la magnificencia del cangrejo que no muere (sobre la inmortalidad del cangrejo, y demases).
Bueno eso es todo. Un pequeño tirón de orejas, con cariño, para los que decidan preguntarse qué es eso que está más allá de la vigilia.
Que las vacaciones no sean una forma más de aumentar el curriculum hacia la madurez. Que diciembre sólo sea diciembre, y campos floridos, y risas, y tranquilidad.
A veces nos hace falta un poco de ingenuidad para descubrir en unas luces navideñas al verdadero viejo pascuero (que, aunque nadie me crea, es de verdad el que nos deja los regalos todos los 24 de diciembre debajo del arbolito).
Felices vacaciones, a la dulce generación del olvido, del estrés y de la magia oculta tras las paredes, que siempre está ahí, aunque a veces se nos olvide que tenemos que restregar los ojos para ver...
Y, bueno... Diciembre una vez más! jaja
¿O lo divertido que puede ser que a los 20 años pretendamos tener nuestra vida entera bajo control, y más cosas sabidas que por saber?
¿Alguna vez se han sorprendido riendo solos frente al espejo, cuando descubren en él un rostro pueril con claros indicios del estrés capitalino (ojeras, ojos rojos, rostro malhumorado, sonrisa gastada)?
¿Alguna vez han tenido la ingenua ilusión de vivir como adolescentes sin cuestionarse nada de lo que el mundo adulto exige a los 40?
¿O han pretendido que la vida se esfume en un segundo y veinte años, cada vez que osamos tomar una decisión importante en nuestras vidas, como por ejemplo, tomar el metro o la micro en la mañana?
Hay que aceptarlo, somos la generación perdida. La generación perdida en quehaceres y obligaciones autoimpuestas más temprano que tarde. La generación que se olvida muchas veces de ser joven cuando considera que tener veinte significa deber ser joven, e introduce casi inexorablemente el verbo adulto del deber en algo tan absurdo como la inmadurez.
Somos aquellos que se mienten a sí mismos cuando con pretextos como el estrés universitario, o los exámenes finales, nos olvidamos de que sólo se vive en la medida del presente.
Vivimos creyendo que forjamos un futuro determinante y consiliador cuando cada mañana optamos por las cosas más simples. Caminamos a la Universidad pretendiendo que cada paso marque un camino hacia aquello que ni bien sabemos lo que es, pero sin embargo pretendemos enseñar a los demás. Nos ensalzamos en conversaciones que pretenden ser importantes y plenas de significados, y en el fondo lo único que hacemos es estar horas frente a la pantalla del computador buscando implícitamente un sentido a toda la urgencia de nuestros actos y compromisos.
Pretendemos decir te quiero con caritas sonrientes en el MSN
Añoramos el desarrollo intelectual, y nos pasamos horas aprendiendo de memoria palabras, teorías y autores, que apenas acabamos de comprender
En el fondo sólo queremos vivir estos 20 años escurridizos, pero nos enfrentamos al mundo tapados totalmente con armaduras que sólo reflejan nuestro gran temor a ver que se agotan los instantes en sinsentidos banales y conversaciones de pasillo
Con esto no quiero decir que estemos todos fuera de foco, aunque el foco esté a veces puesto en otra parte. Con todo esto no quiero decir que debemos olvidarnos de las cosas que debemos hacer en el cotidiano, porque son ellas las que nos dan el respiro de tranquilidad y la ilusión de consistencia. Sólo pretendo demostrar que muchas veces nos agotamos en quehaceres vanos y nos olvidamos de que en el fondo sólo somos adolescentes confundidos que anhelan vivir, más allá de toda regla autoimpuesta, más allá de aquellas normas psico-sociales que nos obligan a temer el mañana gastado de una década que se acaba...
Sí, sí, la crisis de los veinte años hace su nueva aparcición (crisis versión 2.0). Y es que a veces sólo pido un poco de tiempo, un respiro para poder sentarme a mirar durante horas la magnificencia del cangrejo que no muere (sobre la inmortalidad del cangrejo, y demases).
Bueno eso es todo. Un pequeño tirón de orejas, con cariño, para los que decidan preguntarse qué es eso que está más allá de la vigilia.
Que las vacaciones no sean una forma más de aumentar el curriculum hacia la madurez. Que diciembre sólo sea diciembre, y campos floridos, y risas, y tranquilidad.
A veces nos hace falta un poco de ingenuidad para descubrir en unas luces navideñas al verdadero viejo pascuero (que, aunque nadie me crea, es de verdad el que nos deja los regalos todos los 24 de diciembre debajo del arbolito).
Felices vacaciones, a la dulce generación del olvido, del estrés y de la magia oculta tras las paredes, que siempre está ahí, aunque a veces se nos olvide que tenemos que restregar los ojos para ver...
Y, bueno... Diciembre una vez más! jaja
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