El otro día una máquina de esas refrigeradoras donde mágicamente uno echa monedas y sale por abajito un apetitoso refresco, me premió. Inserté, como buena samaritana (cada uno inserta como puede), 2 monedas de $100, 1 moneda de $50, y 10 monedas de $10, y, sorpresa la mía... Obtuvé DOS latas! Una coca-cola, y una coca-light.
Entonces pensé:
1) "Quizás en este mismo momento, en cualquier otro lugar del mundo, hay algún bruto enchuchado pateando una máquina de latas, y siendo detenido por los pacos "por desórdenes!"
2) "Quizás, justo después de mí, pasará por esa misma máquina el hombre de mi vida, destinado a encontrarse conmigo ese día en ese mall, pero que (mala cueva dijo el conejo), debido a una micro-carretilla, no llegó a destino, y pocos minutos después de mí sufrirá mi partida por la ausencia de una lata bajo la máquina, y el alegato por los $350 perdidos"
3) "Quizás coca-cola y coca-light son pareja hace un par de horas, se acaban de dar cuenta que son el uno para el otro y no soportaron la idea de separarse luego de la desafortunada elección de un bebestible por esta estúpida joven inconciente"
Así que bebí ambas bebidas, alternadamente, mientras esperaba desesperanzada que alguien me ayudara a empujar a cacharrito que se acababa de quedar en pana en el estacionamiento del Parque Arauco. Un trago de coca-cola, un trago de coca-light.
Y así poco a poco fui asesinando a la pareja emergente.
Así, trago a trago, esperé hasta que llegó un fornido guardia que me ayudó a empujar a cacharrito, con el corazón en la mano, y la frente sudando, lo más aprecido a una salvación boca a boca.
Hoy coca-cola y coca-light yacen en algún rincón de la ciudad, en un basurero, juntos, siempre juntos, en cuerpo y lata.
Wednesday, April 05, 2006
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment