Bajarse del auto en el barrio de las familias perfectas es lo mas parecido a una cancion ironica acerca de la historia de mi vida. Y luego entrar a una casa donde el llanto aflora en las escaleras, y pensar en las hormigas silenciosas que se ríen de este vacío.
Y tan ironico como tratar de reconciliar las palabras con el escritor, a estas alturas en que todo es una maraña de silencios y páginas blancas!
No soy nadie para decir quien soy, y sigo sintiendo ganas de saberlo... Qué ingenua! Casi tanto como un elefante de trompa azul bañandose en un lago verde, y pensando en la belleza implícita de los coleccionistas de trompas de elefantes azules que lo acechan por la espalda.
Tan ingenuo como mi cuerpo que se viste de Santiago para enfrentar el msn de recuerdos que se quedan a kilómetros de distancia.
No me digas que no llore: la ironía siempre ha sido húmeda cuando se queda almacenada al borde de los ojos.
Vuelvo. Y esta tarde un poco menos irónica que ayer.
Aunque todo pueda quedarse, como la última vez, en palabras de blog...
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